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domingo, 28 de septiembre de 2008

Capitán de Calle

Y por llamarle tanto pan al pan y al vino vino, la gente bien pensaba mal y decían por la acera del casino, que si tal que si cual; pero a él le daba igual.

Porque gritaba cuando había que callar le llamaban todos “aguafiestas”, dormía todo lo que había que soñar sin perdonar una siesta.

Y, aunque nadie daba un duro por él se volcaba tanto en los detalles que sin llegar a nada llegó a ser el capitán de su calle.

Pero en el barrio había un general que para colmo lo vió salir de noche a probar a buscarle tres patas a las gatas y dos peras al olmo para merendar.

Porque sabía que la verdad desnuda guarda oculta detrás de la corteza el hueso de cereza
de una duda.

Y se reía con la melancolía que le da la razón a la tristeza cuando los labios pierden la cabeza.

Porque no sabía vivir sin besar le llamaban todos “picha brava” pero él besaba para recuperar
los besos que le faltaban.

Y, aunque la muerte le aterraba pensó que si la pálida dama llegaba no desperdiciaría la ocasión de ver qué tal besaba.

(Joaquin Sabina)

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